jueves, 2 de julio de 2009

COLISEO ROMANO = CRUELDAD




En el Coliseo Romano se presentaban principalmente tres tipos de espectáculos: las carreras, las luchas de gladiadores y de animales, y el teatro. Las carreras no tenían, por su propia naturaleza, una especial significación moral, si bien por el modo en que se desarrollaban podían mostrar, en algunos casos, crueldad y menosprecio de la vida humana. Esto último, se acentúa sensiblemente en el caso de las luchas de gladiadores, y en el teatro que llevaba consigo una fuerte carga de inmoralidad.

Comencemos por decir que una gran parte de los criminales y de los presos de guerra eran destinados a estas luchas sanguinarias. Existían empresas especiales que proporcionaban partidas de gladiadores.

La lucha comenzaba con una marcha a través de la arena. Luego se iniciaba la lucha cuerpo a cuerpo, o grupos contra grupos. La lucha de gladiadores tenía un morbo atractivo por la sangre humana que se derramaba. Si uno de los contendientes caía gravemente herido, su vida quedaba al arbitrio del público asistente. Si cerrando el puño levantaba el dedo pulgar hacia arriba, era señal de clemencia. Volverlo hacia abajo significaba la muerte del desgraciado.

Con razón, el gran historiador alemán Mommsen, autor de una Historia de Roma, ha podido escribir que estas luchas de gladiadores eran "la manifestación y al mismo tiempo, el fomento de la más crasa desmoralización del mundo antiguo…, un espectáculo de caníbales…, la sombra más negra que pesa sobre Roma".

Se podría entender que con fieras era menos cruel, en apariencia cabría esa forma benévola de entender "las luchas de animales" o venationes. Pero la realidad era muy otra. Consistían en presentar animales feroces en luchas contra hombres, ya fueran gladiadores, o condenados a muerte, y más tarde, cristianos. El espectáculo era feroz y horripilante. El público romano era exigente y no se contentaba con cualesquiera fieras. Por eso, abundaban los leones y los tigres traídos de África. Antes de sacar las fieras a la arena se las mantenía hambrientas durante dos o tres semanas, con el fin de aumentar su voracidad.

Cuando se trataba de la ejecución, por este medio, de sentencias de muerte, el espectáculo revestía todos los caracteres de lo canibalesco y lo sanguinario. Así fueron sacrificados un buen número de inofensivos cristianos, ante la furia desatada del populacho.

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